Según cifras brindadas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 49.9 % de la población nacional estaba conformada en el 2017 por mujeres, de las cuales el 64 % se encontraba en edad para trabajar. Sin embargo, solo el 44.2 % de ellas forma parte de la población económicamente activa (PEA).

Esta cifra ha ido incrementándose exponencialmente en los últimos años y a pesar de que aparenta ser un corto camino para la eliminación de la brecha de género, si desagregamos la información, la situación no es la más óptima. Cuando hablamos de escalas jerárquicas, en el 2019 solo el 30 % de los cargos de mando de primer nivel fueron ocupados por mujeres; y cuando hablamos de especialidades, las mujeres representan el 45% de los trabajos relacionados a innovación.

Esta información demuestra que, si bien cada vez son más las mujeres que están ingresando al mundo laboral, aún hay diversos aspectos en los que debemos de trabajar para conseguir una verdadera igualdad. 
En SENATI, la equidad de género es un aspecto relevante para la solución de diversas problemáticas en nuestro país. Por ello, desarrolla estrategias para incentivar el ingreso de más mujeres a sus aulas. Producto de este trabajo, en los últimos cuatro años se ha incrementado la población femenina en más del doble y, al 2018, llegan a ser 16 123.

Historias que inspiran

Julia Quiroz, Natali Miranda y Celeste Palomino, egresadas de carreras tecnológicas de SENATI, son tres ejemplos del magnífico desempeño que las mujeres peruanas pueden lograr en un sector tan demandado y retador. 

Julia Quiroz es muestra de constante esfuerzo y perseverancia. Ella, contra todo pronóstico, sobrepasó sus dificultades y aprovechando cada oportunidad que se le cruzó en el camino logró convertirse en una gran profesional. Desde muy joven anhelaba convertirse en una profesional técnica; sin embargo, diversas circunstancias en su entorno la obligaron a dedicarse al negocio de sus padres: una pequeña bodega en el primer piso de su domicilio. 

“Mi esposo falleció cuando tenía 42 años. Mis hijos eran pequeños y fue una etapa muy difícil para mi entorno. Pero uno reacciona en momentos de alto estrés. La presión de sacar adelante a mis hijos fue preponderante en las decisiones que tomé luego”, comenta. 

Es así que inició una búsqueda exhaustiva de trabajo. Unos meses después y tras varios desencuentros, logró conseguir una posición como personal de limpieza de instrumentos en SEDAPAL. Al inicio, no entendía nada de lo que se hacía ahí, pero lo suyo no era conformarse. Ella estaba sola con sus tres hijos y tomó eso como una motivación. Así que decidió estudiar computación. “Yo ya tenía mis años y no sabía ni prender la computadora, pero una vez en clase las cosas mejoraron”, asegura.

Con el tiempo logró aprender, pero para seguir creciendo en el laboratorio, le recomendaron estudiar química. Siguió los consejos y se matriculó en un curso de análisis químico. Nuevamente comenzó de cero, nunca había visto la teoría de esta materia, así que habló con su profesora y con su apoyo, tomó horas extra para poder nivelarse y culminar el curso. “Yo nunca me quedé, siempre quise aprender algo más y estuve atenta a las nuevas oportunidades”, agrega Quiroz.


Algunos años después, la Cooperación Alemana arribó a SEDAPAL para ofrecer becas en la carrera de Tratamiento del Agua en el Centro de Tecnologías Ambientales de SENATI. Julia no lo pensó dos veces y se preparó e inscribió a la prueba de aptitud. “A los 40 años pensé que lograría mi sueño de ser profesional”, indica. Para Julia, este es el mejor ejemplo y herencia que pudo darle a sus hijos, estudiar le permitió salir adelante y ahora, a sus 58 años, está convencida de que nunca es tarde para seguir aprendiendo nuevas cosas. 

Natali Miranda es una joven de 26 años que desde pequeña mostró ser muy analítica. Antes de salir del colegio, evaluó cómo se encontraba el mercado e identificó qué carreras tenían mayor demanda en el mercado laboral.

El desarrollo de las nuevas tecnologías era creciente en todo el mundo y empezaba a impactar a la región; toda esta información la incitó a estudiar una carrera tecnológica. Analizó sus opciones, recibió algunas recomendaciones y seleccionó la carrera de Redes de Computadoras y Comunicación de Datos en la Escuela de Tecnologías de la Información SENATI. 

Al inicio, su familia no estaba de acuerdo con la elección que había tomado, porque en esa época (2014) su carrera recién estaba comenzando a hacerse conocida y preferían que estudiara algo más tradicional como Medicina; pero ella estaba convencida de que el boom de la transformación digital iba a seguir creciendo y, por tanto, a futuro se necesitarían más especialistas, no solo en sistemas, sino también en redes.

Para Natali, conseguir prácticas no fue tan complicado. Al inicio, sentía que subvaloraban su potencial por ser mujer. Sin embargo, tenía claro que, con las competencias adquiridas durante su formación, contaba con la capacidad de desenvolverse en su área sin problemas. Así convenció a potenciales empleadores. 

“En SENATI recibimos una formación dual. Este modelo te permite ganar experiencia en el manejo de equipos de comunicaciones, desenvolverte mejor en el trabajo a fin de que se te abran puertas para ingresar a mejores puestos de trabajo”, agrega.

 Natali inició su carrea profesional trabajando en Consitel S.A.C. como soporte hacia los clientes. Un tiempo después, ingresó a Protisa y hoy tiene el cargo de analista de redes y comunicaciones.  Es justamente durante dicha experiencia laboral que reafirmó la utilidad de su profesión en el entorno empresarial: “el área de redes y comunicaciones no consiste solo en asegurar el correcto funcionamiento del entorno tecnológico de una empresa, ahora la tecnología se asocia al negocio convirtiéndose en un área determinante para la organización”, finaliza.

Celeste Palomino tenía interés por el medio ambiente y las ciencias naturales desde el colegio. Por ello, buscaba una carrera que le permitiera desarrollarse en ese campo a nivel técnico. Es así que encontró a SENATI y le pareció una alternativa atractiva para ampliar sus conocimientos. 

Durante su etapa de estudios realizó diversos proyectos y voluntariados que le permitieron ponerse en contacto con lo que haría en el futuro, y así pudo conocer el impacto del uso de tecnologías novedosas sobre el medio ambiente. 


Posteriormente, cuando estaba comenzando a buscar prácticas, se sintió afectada por una dura realidad: los hombres conseguían trabajo más rápido que las mujeres pese a que muchas de ellas tenían las mismas o mejores calificaciones. “En esta etapa, ser mujer significaba ser descartada en el primer filtro del proceso de selección”, explica. 

Después de algún tiempo, Celeste consiguió prácticas en Unique, donde adquirió mucha experiencia y aprendió la diferencia entre desarrollar un proyecto en clase e implementarlo en una empresa con recursos económicos, indicadores y mediciones reales. 

Actualmente, Celeste brinda consultoría independiente a empresas del sector privado en temas de sostenibilidad. A futuro planea desempeñarse en el campo de investigación aplicada a nuevas tecnologías, con el fin de reducir el consumo de materias y emisiones a través de procesos de producción más limpios y eco eficientes.
 

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