¿Cómo se adaptaron centros de estudios como el Tecnológico de Monterrey, el MIT y SENATI para garantizar la continuidad de la educación en medio de una crisis sanitaria mundial?

Antes de la llegada de la Covid-19 la adopción de tecnología en educación se encontraba en etapa de desarrollo. Sin embargo, el confinamiento generó que el uso de recursos tecnológicos en el rubro se adelantara entre cinco a ocho años. Para el World Economic Forum, la pandemia se convirtió en un catalizador que llevó a que las instituciones educativas generaran soluciones innovadoras en muy corto tiempo. Un claro ejemplo de esto han sido las estrategias desarrolladas por casas de estudio como el MIT en Estados Unidos, el Tecnológico de Monterrey en México y SENATI en el Perú.

A mediados de 2019, el Tecnológico de Monterrey (TEC) iniciaba su nuevo modelo educativo TEC21, una metodología de formación basada en aprendizaje basado en retos, flexibilidad en la forma en que se aprende, vivencia universitaria memorable y profesores inspiradores. Unos 90 mil estudiantes y 50 mil sesiones semanales seguían este exitoso enfoque que iba en su tercer semestre cuando fue necesario suspender las clases presenciales por la emergencia sanitaria.

Instalaciones del Tecnológico de Monterrey (TEC) de México

Para Juan Pablo Murra, rector Profesional y Posgrado del TEC de Monterrey, la llegada de la pandemia los llevó a replantear la manera en la que venían enseñando. Así, solo en el lapso de dos semanas, todos los cursos se adaptaron y migraron al entorno digital bajo el nombre de HyFlex+TEC y 10 mil profesores fueron capacitados en el uso de nuevas tecnologías. Este innovador formato no solo está enfocado en una experiencia educativa híbrida y flexible, sino que también propone actividades de liderazgo y brinda consejos de salud mental, nutricional e incluso legal. A corto plazo, se espera que a través de HyFlex+TEC, estudiantes del TEC de Monterrey puedan seguir aprendiendo desde casa o combinar actividades en línea y presenciales.

Por su parte, con más de 150 años de historia como una de las mejores universidades del planeta, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) era conocido por su política de puertas siempre abiertas. Llegó marzo de 2020 y las cosas cambiaron y una sola decisión parecía viable: cerrar todas las aulas presenciales. Sin embargo, una rápida reacción permitió generar estrategias que, en tiempo récord, lograron mantener su operación. “El MIT redujo la actividad, pero nunca se cerró por completo”, comenta Van Vliet, rectora asociada de la institución.

Un grupo de profesores conformó el Comité de Reapertura y Aumento de Investigación cuyo objetivo era encontrar la forma más segura de reabrir un mayor número de laboratorios. Una de las acciones más notables fue el diseño del sistema COVID Access, un test diario que relaciona la información personal con los resultados de una prueba de diagnóstico de Covid-19, que debía realizarse antes de ingresar a las instalaciones del MIT. Además, los edificios fueron separados en grupos y se estableció una medida de distanciamiento de 11,6 m2 por persona. A mediados de julio, la capacidad de aforo aumentó al 50%. Por otro lado, gracias a alianzas generadas con otras instituciones, estudiantes que siguieron con clases en formato remoto lograron continuar con sus experimentos a través de la creación de simuladores.

En el caso de SENATI, a pesar de la crisis, encontró la manera de seguir formando profesionales técnicos innovadores y altamente competitivos. “Tomamos acciones tempranas en diversos frentes, con el objetivo de asegurar la continuidad de la operación, en lo que se convertiría en una coyuntura desafiante y retadora sin precedentes”, señala Aurelio Rebaza Franco, presidente del Consejo Nacional de SENATI.

Para cuidar de la seguridad de colaboradores y alumnos, se suspendieron las clases presenciales y se centraron en acelerar su transformación digital. “Trabajamos en el rediseño de nuestro modelo académico, trasladándolo al entorno virtual”, agrega Rebaza Franco. En primera instancia, se potenciaron las herramientas de E-Learning Tools con los que la institución ya contaba. Una de ellas fue la Biblioteca Virtual, así como LMS Blackboard, la plataforma líder en conectividad educativa a nivel mundial.

Para trabajar la parte práctica – un componente trascendental en la propuesta educativa de la institución -, se habilitaron softwares y simuladores obtenidos gracias a convenios con grandes empresas internacionales, con lo cual, se logró virtualizar las 74 carreras profesionales que ofrece la institución. Por otro lado, como parte de su política de capacitación continua, todos los instructores se actualizaron en el uso de herramientas digitales. Asimismo, las tarifas de los programas fueron ajustadas de acuerdo con la nueva propuesta virtual y se lanzó el Fondo MiFuturo, iniciativa creada para ayudar a los Senatinos a nivel nacional con dificultades para continuar con su educación.

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